Reprimo, nadie lo hace por mi, yo lo permito y lo lidero. Reprimo sobre mis ideas, sobre mis emociones, reprimo con bases y en constante búsqueda de excusas.
Me reprimo y oprimo mi derecho a ser, a realmente creer que me he ganado cierta libertad... libertad de sentir y expresar, libertad de permitirle a mis emociones salir a la superficie en forma de palabras. Esas palabras que quemas en lo mas profundo de mi cuerpo, al verse acumuladas y reprimidas.
Porque temo de su poder, de su impacto y del sonido diverso que puede llegar a distintos oídos, otorgando quizás perspectivas que por reales, puedan hacerme perder algo que ya tengo, que amo y no quiero ver cómo se aleja de mi.
Reprimo con permisos concisos, y con toda la certeza de quien sufre más con tal hiriente acción, presionando con increíble fuerza, frases que se arman solas y ya ni luchan por liberarse.
Reprimo creyéndome esa necesidad plasmada en una angustia real, asegurándome que mi forma de mover las piezas es la adecuada y que simplemente hay un mundo más allá de mi misma que tienen a darle formas opuestas a mis ideas.
Esa frivolidad con la que realmente creo, podría sostener todo... pero la misma que me muestra ese plano desconectado de mí, lleno de significados tan propios, tan posibles y perfectamente opuestos al mío.
Reprimo y me como el cuento, de que en ciertas ocasiones, esto es exactamente lo que debo hacer para formar alguna cruda ilusión presente de felicidad.
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