Comenzando este año prometi estar callada ante situaciones que podrian alterar mi estado mental/emocional. Pero ciertos hechos hicieron que rompiera esa promesa, al tener que afrontar momentos claves en mi vida que parecian no regresar nunca mas.

No se como aun sigo aca y de pie ante esta gran unidad de recuerdos, sensaciones e ideas mezclados con colores que siguen manteniendome enamorada de un elemento que me sostiene respirando y pensando dia tras dia, noche tras noche. Sigo de pie y me toca de nuevo confrontar la idea de hacerlo realidad... porque pasa mucho pero resta tanto por vivir.

La promesa de estar callada ante este tema en particular, se transformo en el papel de jugador fuerte contra la idea de salir derrotada de nuevo. El simple hecho de sentirme un poco mejor si jugaba un poco; todo lo que ese control enfermizo me proporciona.

Pero resulta que volvio por mi, y me quede sin piezas por mover, sabiendo que mi unica respuesta siempre ha estado escrita sobre una tarjeta en la mesa de juego, y no importa cuantas piezas movilice o cuantas estrategias decida usar, la respuesta sigue siendo la misma. Quizas no una respuesta a la felicidad llena, pero podria ser una respuesta a una vida de lucha con suficiente satisfaccion; en definitiva una respuesta que me llena de vida y me mueve los pies dia a dia.

Volvio por mi, y yo estaba esperandolo... estaba en una isla a punto de partir a una nueva vida cuando decidio volver. Y tuve que pensarlo dos veces para volver a el, sin olvidar esa idea de principio de año que me recuerda que debo valer mi felicidad, y debo mantener una llave debajo de la alfombra que me permita volver a esa isla si por alguna razon, el decide hundirme de nuevo.

Porque existe un espacio divino, que solo nos aguarda a nosotros dos, y que si el universo lo permite, este sera nuestro momento de soltar conexiones y comenzar a amar ese espacio, ese tiempo y esas almas que tanto se añoran.

Podemos controlar mucho y pretender controlar otro poco, pero la realidad muchas veces nos mira con cierta sonrisa burlona haciéndonos entender que no las tenemos todas.

Mientras avanzamos en el camino, nos unimos a muchas personas que nos marcan de formas a veces muy determinantes y que con quizás poco esfuerzo, logran mantenerse con nosotros y avanzar a través del tiempo. Personas que consideramos importantes y que deseamos sigan caminando a nuestro lado.

Pero cuando esas personas están alejadas físicamente, es difícil mantener un enfoque muchas veces objetivo. Pienso que las palabras ayudan inmensamente, pero siempre llega el momento en que éstas son guardadas y damos paso a la compañía literal. Tener a alguien que se tome un café con uno, o que compartamos una pizza grandísima, quizás comprar una botella de vino y hablar toda la noche mientras la vaciamos.

Momentos claves que pueden estar vacíos de acciones, pero tan llenos de satisfacción por tener un amigo que esta allí con nosotros cuando lo necesitamos. Que quizás en 20 min querré llorar y sabré que si llamo vendrá enseguida y no me sentiré sola... es tanta la diferencia cuando deseas no escribir más...

Pero esas personas están alejadas, y debes conformarte con escribir un poco o tragártelo, porque aún cuando hay personas cerca, esas que realmente añoras no lo están... no es lo mismo. Para mi mala suerte, muchas personas importantes para mi están lejos, y aquellos que van en camino a convertirse en tal, por igual no están acá. Personas con las que tengo una idea de lo bien que sería compartir un domingo aburrido, pero que debo conformarme con comunicaciones medidas y ajustadas a tiempos y lugares distintos.

Así que escribo cuando siento ganas, o respiro con el silencio cuando me canso de enviar signos a un monitor que parece sin vida, y que no siente cuando le comento lo que sucede. Una caja que recibe todas mis energías pero que se queda corta cuando le pregunto: "¿Será la decisión correcta?"